Águila Pescadora

Hay que haberla visto, enorme y sin embargo tan ligera, con sus largas alas acodadas, magnifica en apariencia, contrastando el blanco brillante del abdomen con su dorso pardo apizarrado y sus marcas leonadas, zambullirse de repente como una piedra y desaparecer, con las garras hacia delante, en un gran chorro de agua, para lamentar la notable disminución de esta rapaz.

El Águila Pescadora es admirable cuando se observan sus evoluciones majestuosas sobre el mar o los grandes ríos. Es la rapaz mejor adaptada a la captura de toda clase de peces.

Fiel a los lugares que escoge como reposadero, normalmente troncos que emergen en medio del agua, puede contemplársela frecuentemente en curiosas actitudes hieráticas [Dícese del estilo o ademán que tiene o afecta solemnidad extrema.] sin mostrar interés alguno por los bandos dispersos de ánades que nadan tranquilamente a su alrededor.

El número de parejas reproductoras del Águila Pescadora en España es actualmente muy reducido. No es ave rara en migración, y puede verse en los cursos de los ríos y los embalses, e incluso en invierno, aunque en esta época en menor cantidad y siempre aves solitarias que año tras año vuelven a los mismos lugares.

Identificación: Partes superiores castaño oscuro, que contrastan con las inferiores blancas jaspeadas de oscuro; banda castaño oscuro a los lados de la cabeza; alas largas, claramente angulosas en vuelo; sexos iguales.

Nidificación: Ambos sexos construyen un voluminoso montón de ramas, en árbol o en el suelo, cerca de un lago; puesta, abril-mayo, 3 huevos blancos, densamente manchados con cataño-rojizo; incubación, alrededor de 35 días, principalmente por la hembra; los pollos, alimentados por la hembra, vuelan a las 7 u 8 semanas.



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