Paloma buchona

Existen numerosas variedades de este tipo de paloma que, al parecer, ya se conocía en el siglo XVII. Salvo excepciones, como la ‘Slenker’, la ‘Holandesa de Amsterdam’ o la ‘Marchenera española’, suelen ser aves grandes de peso importante que al volar juntan la parte superior de las alas produciendo un castañeteo típico.
Durante las exhibiciones, tanto los machos como las hembras pueden hincharse, aunque los primeros alcanzan mayor perímetro. La aparición de una hembra induce al pavoneo de los machos, que son cortejadores impenitentes, recibiendo por ello el apodo de buches ladrones.

Las competiciones de vuelo, trabajo o atracción de palomas son torneos en los que se evidencia la cuidadosa selección de los ejemplares, además del sacrificado entrenamiento a que son sometidos por sus cuidadores.
Existe toda una tradición compuesta por pequeños secretos sobre las fórmulas más adecuadas para nutrir a las buchonas. Fundamentalmente, se debe distribuir una serie de granos de maíz, trigo y cebada partidos, a los que se adjunta cacahuetes verdes troceados, habas secas pequeñas, algarrobas, arroz, guisantes, cañamones y semillas de adormidera.

Aunque no les gusta demasiado, se les habituará a consumir verdura fresca, finamente picada, complementando la ración con presas vivas: trocitos de lombriz roja, pupas de mosca de la fruta o mosca del vinagre y ninfas de hormiga.





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