Después de los meses de cría se desplazan, volando largas distancias. No mantienen un patrón ni aparentemente persiguen una destinación específica durante este desplazamiento, vuelan en todas direcciones, aun sobre los mares. Este comportamiento eventualmente les permitió llegar a las Américas. Lograron la travesía sobre el océano Atlántico a fines del siglo XIX. En el Nuevo Mundo se han procreado de tal forma, que ya se encuentran en todas partes.
El instinto de desplazarse asegura la expansión de su territorio, pero también es causa de muchas perdidas. De aquellas que deciden emprender el viaje sobre los mares, muchas nunca llegan alcanzar tierra firme. Otras terminan en lugares no muy propicios, como desiertos o Antártica. Normalmente se mantiene desde el nivel del mar hasta los 2200 metros de elevación, aunque se le documenta hasta los 4500 metros. El hábitat preferido son los pastizales u otros lugares donde predomina la hierba no muy alta. La podemos ver solitaria y en grupos de varias, y hasta de cientos de ellas.
A pesar de haberse alejado de la alimentación acuática, no lo ha hecho así con respecto a la reproducción. Por lo general anida en colonias que en algunos casos llegan a contar con miles de parejas. Prefieren anidar sobre árboles próximos o cerca de ríos y lagos. En muchos casos construyen los nidos en ramas que se extienden sobre el agua. La nidada consiste de uno a nueve huevos color celeste o azul verdoso pálido. La incubación toma de 21 a 25 días. Los pichones dejan el nido a los 45 días.
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