Quebrantahuesos

Se atribuye al Quebrantahuesos la responsabilidad de la muerte del poeta griego Esquilo, que en el año 456 antes de J.C. resultó muerto al caerle del cielo una tortuga que le golpeó en la cabeza. En efecto, esta gran rapaz, que debía ser abundante en Grecia en aquella época, tiene la costumbre de transportar por los aires huesos y tortugas terrestres para dejarlos caer sobre las rocas con el fin de que se rompan; luego no tiene más que recoger la médula o los fragmentos de carne a los que es aficionado.

El Quebrantahuesos frecuenta los lugares más salvajes e inaccesibles de la alta montaña. Su silueta de gigantesco halcón, su vientre claro, su pecho rojizo, su cara inquietante enmascarada con un «antifaz» negro que deja asomar dos ojos singularmente coloreados, con tres círculos concéntricos, negro, amarillo y rojo, han producido en el hombre el temor, el miedo y el espanto.

En España, hasta hace relativamente poco tiempo, era frecuente en muchas sierras, pero la persecución implacable de la que ha sido objeto y el uso indiscriminado de veneno en el campo para destruir mamíferos predadores, lo ha dejado reducido a áreas de cría muy pequeñas en los Pirineos.

Identificación: Cabeza enmascarada de negro; mostacho negro bajo el pico; pardo oscuro por encima; por debajo, blancuzco con rojizo en garganta y pecho; cola oscura y cuneiforme; tarsos [La parte más delgada de las patas de las aves, que une los dedos con la tibia y ordinariamente no tiene plumas.] emplumados. Joven, enteramente oscuro, con manchas claras. Sexos iguales.

Nidificación: Nido en cornisa o gruta con plataforma de ramas tapizada de lana; pone, de enero a febrero un huevo blancuzco; incubación, sólo por la hembra, de 55 a 58 días; el pollo, vuela a los tres meses.





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